María Santísima de La O Gloriosa

Santa María de La O Gloriosa

Desde el momento de su fundación, la hermandad se puso bajo el amparo y protección de Nuestra Señora en su advocación de La O, cuyo título ostenta como principal. Lo que no se ha podido precisar con exactitud es el momento en el que se originó este culto en Triana. No obstante, existen hipótesis acerca del proceso que llevó a establecer la devoción y el culto a la Virgen bajo la advocación de la Expectación del Parto o lo que es lo mismo, La O, en la iglesia del hospital de Santa Brígida.

La O Gloriosa en su altar
La O Gloriosa en su altar

Muchos son los valores doctrinales y devocionales de la doctrina y enseñanza de la Iglesia que pueden asociarse a la advocación de la Expectación del Parto. Pero es una en especial la que parece haber tenido un papel relevante en el florecimiento de este culto en el sector norte de Triana a mediados del siglo XVI. Santa Brígida, titular del hospital y de la hermandad que lo regentaba, ha sido tradicionalmente patrona y abogada, entre otras cosas, de la fertilidad en los cultivos y el ganado, también de las embarazadas parturientas. La actividad agrícola y ganadera era una de las ocupaciones mayoritarias de la población que habitaba el territorio que hoy es feligresía de La O, por tanto resulta consecuente que fundasen su hospital en honor a su santa abogada y protectora.

A partir de la puesta en marcha de la Contrarreforma, tanto lo que hoy llamamos religiosidad popular como la devoción a María Santísima van a ser promovidos por la Iglesia, especialmente el culto mariano. La búsqueda de protección en la figura de la madre de Dios con los mismos fines con los que se impetraba a Santa Brígida fue probablemente la causa por la que los fieles de esta parte del arrabal comenzaron a dar culto a la Virgen en el misterio de la Expectación del parto.

Se desconoce cuál y cómo fue la primera imagen de Nuestra Señora de La O a la que se dio culto en la iglesia del viejo hospital. Tampoco existen evidencias que permitan conocer la cronología de su ejecución, aunque es estimable que esta se verificaría no demasiados años antes de la fundación de la hermandad en 1566. Sí parece claro, que al menos en el momento de la redacción de las primeras reglas de la misma, y precisamente de lo que en ellas se contiene, ya se disponía de una imagen a la que dar culto. No obstante, en las aludidas reglas no aparece la representación de una imagen pictórica o escultórica de la titular, sino que lo que aparece es una representación del milagro de la imposición de la casulla a San Ildefonso, suceso que tuvo lugar el 18 de diciembre de 666 en Toledo y en el que santo arzobispo fue premiado por la bendita madre del redentor en recompensa de la defensa que Ildefonso había hecho de la pureza virginal de María.

La O Gloriosa
Detalle de Santa María de La O Gloriosa

La imagen gloriosa de Nuestra Señora de La O presidió la iglesia desde ese primer momento fundacional y que sucesivamente fue entronizada en los consiguientes retablos mayores, incluido el actual, hasta 1961.

Varios son los datos que se tienen sobre operaciones de restauración como la que en 1650 se ejecuta sobre la que pensamos es imagen de la virgen gloriosa: “doce reales de retocar el rostro y manos de la madre de Dios”. Son datos muy imprecisos, incluso hacen dudar de a cuál de las dos imágenes de la virgen se está haciendo alusión.

La imagen de la Virgen de La O gloriosa, que actualmente se venera en el único retablo de la nave del Evangelio de la parroquia, responde formalmente a los rasgos propios de la escultura sevillana. Es imposible precisar si se trata de la primitiva imagen del siglo XVI o se trata de una obra posterior. De ser la primitiva, habría llegado a nosotros intensamente transformada en sucesivas ocasiones, sin que sea posible determinar cuál de ellas fue más importante, en qué modo afectó a la escultura ni cuando se produjo. Por otra parte, podría tratarse de una escultura realizada ex novo en un momento por ahora igualmente indeterminado que también habría sido intervenida sucesivamente. Tampoco se conocen ni el nombre del autor original ni los autores de estas transformaciones. Por lo que respecta a la realidad actual, se trata de una imagen de candelero para vestir teniendo encarnados únicamente el busto y las manos.

Desde el punto de vista iconográfico, se representa a la Virgen con aspecto sosegado, con la mirada baja que dirige a un libro con pastas de terciopelo rojo y aplicaciones de plata, que porta con ambas manos y que contiene las antífonas que en la liturgia de las horas anuncian la Navidad desde ocho días antes. Posee pestañas y cabellera de pelo natural así como orificios en los lóbulos auriculares de los que cuelgan ricos pendientes de joyería. La virgen porta corona sobre la cabeza, y tiene a sus pies la media luna. Así mismo, está rodeada de una ráfaga con iris y dos caídas, todo ello realizado en la segunda mitad del siglo XVIII por el platero Antonio Ramos, quien contó con la colaboración de otros maestros. Piezas de plata estas que fueron diseñadas y ejecutadas a partir de 1766 para que figurasen como preseas de la Virgen de los Dolores, o de Pasión, durante la estación de penitencia y que posteriormente eran usadas durante el año por la titular gloriosa.

Rostro de Santa María de la O Gloriosa
Rostro de Santa María de la O Gloriosa

Tras casi cuarenta años de ausencia en cualquiera de los altares de la parroquia de La O y aunque hubo diferentes intentos por devolverla al culto, su precario estado de conservación y el ferviente deseo de devolverla al culto motivó la decisión de acometer una profunda restauración de la imagen de la virgen de gloria de Nuestra Señora de La O. Esta restauración de gran calado corrió a cargo de José Manuel Cosano Cejas en 1999, siendo repuesta al culto el 2 de diciembre de ese año. Desde entonces recibe culto permanente en el antes mencionado retablo, único superviviente de cuantos llegaron a La O en 1868 procedentes del desaparecido Oratorio de San Felipe. Un retablo que eventualmente abandona para recibir el besamanos de los fieles el primer domingo de febrero de cada año.