El actual paso de palio en el que realiza la estación de penitencia la imagen de María Santísima de La O cada Viernes Santo, es el resultado de un largo proceso que arranca en 1936. Previamente, la hermandad realizó, a lo largo de su historia, al menos otros seis pasos de palio registrados en la documentación conservada en el archivo histórico de la Archicofradía.
A comienzos del siglo XVII se sabe que la Virgen salía sobre unas andas de plata confeccionadas por el maestro Francisco Ortiz Farfán en 1614, que debían ser de muy reducidas dimensiones, pues era portado por cuatro servidores.
Para 1636 la Virgen es cobijada por un palio con doce varas de madera dorados por Benito Escobar y en 1641 se estrenan andas igualmente de madera tallada y dorada realizadas por Juan Torres. Los varales eran ya de plata en 1685 pues así aparecen representados en el libro de reglas realizado ese año y están igualmente consignados en el inventario de 1692. A su vez, el palio, renovado en 1678, estaba enriquecido con doscientas estrellas de plata cosidas al terciopelo negro. En 1711 este palio se completa con la rotulación del versículo inicial del Stabat Mater sobre las caídas, realizado en caracteres de plata cincelada en su color.
El esplendor de la hermandad durante el siglo XVIII tiene su reflejo en la realización en 1753 de un nuevo manto de terciopelo negro bordado en oro, y sobre todo, en el estreno de un palio de plata y terciopelo negro, ejecutado a partir de 1761 por José Palomino, manteniendo la estética de las caídas rotuladas. Obra que se termina en 1776.
La descripción de la primera estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral, realizada por la Archicofradía la madrugada del Viernes Santo de 1830 refiere un palio de terciopelo negro con las caídas bordadas en oro y el techo tachonado de estrellas y una paloma del Espíritu Santo todo de plata. Ese palio es renovado en 1862 por otro bordado realizado con un paño de difuntos, estrenándose también un manto nuevo. En 1876 se encarga a Manuel Rodríguez García unas nuevas caídas realizadas en plata rouls para el palio que son estrenadas el año siguiente. En 1879 se estrena el llamado “manto de los soles” realizado en terciopelo negro con bordados en oro de las hermanas Ana y Josefa Antúnez.
El 27 de marzo de 1891 se contrata con las mencionadas hermanas Antúnez la realización de manto, techo y bambalinas de terciopelo negro bordado en oro a realce, con diseño de Manuel Beltrán. Obra de gran categoría artística que fue vendido en 1930 a la jerezana hermandad del Santo Entierro. Ese mismo año se aprueba la confección de un nuevo palio de terciopelo morado con bordados de aplicación de tisú de oro diseñado por Francisco Farfán Ramos, incluyendo ahora también los respiraderos en madera de caoba y plata.
La Semana Santa de 1936 la imagen de Nuestra Señora de La O estrena, aunque sin finalizar completamente, un nuevo manto de terciopelo morado bordado en oro a realce por Guillermo Carrasquilla. Esta es la primera pieza de un nuevo, y definitivo palio completo, encargado por la hermandad al citado bordador que vendría a sustituir al que se había realizado en 1930. El manto es una pieza de primera categoría en cuanto a diseño y ejecución, que abandona los esquemas asimétricos del romanticismo imperante a finales del siglo XIX y se adscribe a la corriente regionalista e historicista aparecida a partir de los bordados de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, de quien Carrasquilla, autor del manto, es sobrino y continuador.
El dibujo del manto se organiza a partir de cinco ejes radiales que organizados como candelieri parten de la cabeza del manto, en torno a estos y con esquema simétrico se disponen roleos y formas vegetales concatenadas que van ganando dimensión conforme se aproximan a los bordes de la pieza. Todo este esquema está poblado de múltiples hojas, flores y tallos de lo más diverso tanto en diseño como en el punto de bordado, de extraordinaria calidad. En la zona de la cabeza, el dibujo se hace más tupido merced a una malla bordada que hace las veces de toca dentro del mismo manto. El borde de la pieza está recorrido por una orla a base de motivos que se repiten: dos roleos que encierran rosas y azucenas alternativamente. Este motivo será empleado más tarde como elemento principal del diseño tanto exterior como interior de las caídas del palio, así como está presente también en modo de orla en el bordado del techo. En 1991 el manto fue pasado a nuevo terciopelo por los talleres de bordado Santa Bárbara.
Finalizada la Guerra Civil, se reanuda el proceso de renovación del paso que había quedado paralizado. Este proceso finalizará más de setenta años después cuando se terminen de bordar el interior de las caídas del palio.
Tras el estreno del manto en 1937, los trabajos de renovación del paso continúan en 1939 con la confección de nuevos respiraderos. La obra fue diseñada por Francisco Pérez Bergali, arquitecto y hermano mayor de La O en aquel momento, y ejecutada en metal plateado y dorado por el maestro orfebre Francisco Bautista.
Se trata de la primera pieza de orfebrería del conjunto del nuevo paso, que como se expresa en el acuerdo del cabildo de 1936, pretendía responder al estilo del renacimiento. De líneas que evidencian un fuerte carácter arquitectónico, los respiraderos funcionan como un entablamento clásico rematados por un ancho moldurón contínuo, que funciona como cornisa sobre un friso, donde se insertan los paños calados de metal repujado que hacen de respiraderos, recorridos a su vez por un listel moldurado en su parte inferior.
Las piezas caladas fueron reaprovechadas de los anteriores respiraderos diseñados por Maese Farfán. Haciendo las veces de triglifos, aparecen unas cartelas articuladas por una pareja de columnas salomónicas doradas de fundición, que enmarcan un motivo de candelieri repujado en metal plateado. En las esquinas se ubican las potentes maniguetas igualmente de metal plateado.
Todo este conjunto es estrenado el Viernes Santo de 1940 al igual que el juego de varales, realizados igualmente por Francisco Bautista Lozano bajo diseño de Francisco Pérez Bergali. En ello se mantiene el fuerte carácter arquitectónico de los respiraderos. Son piezas que no repiten el modelo usual de cañones cilíndricos unidos por nudetes, antes bien, se trata de potentes balaustres que arrancan de un cuerpo prismático a modo de templete cerrado que presenta hornacinas o capillas que cobijan relieves de santos en un total de 14, ya que los varales que van en las esquinas presentan dos capillas. Estas figuras se han querido relacionar con los doce apóstoles y figuras de la pasión, careciendo algunos de ellos de atributos con los que identificarlos. A partir de estas capillas arranca el varal que está dividido en diferentes cuerpos moldurados y abalaustrados, interrumpidos por jarras en su parte media y por remates igualmente en forma de jarra en la parte superior.
Ese mismo año 1940 se estrena la peana de metal plateado obra de Eduardo Seco Imberg, que en planta dibuja medio octógono con grueso moldurón entorchado en la parte superior, paneles rectangulares que recogen relieves heráldicos. De igual modo se estrenan en ese año los dos candelabros de cola realizados por Andrés Contreras Ramírez con doce luces cada uno. Este importante impulso de realización de la orfebrería del paso permite constatar el propósito de la hermandad de dotarse de un conjunto no sólo de calidad sino también actualizado desde el punto de vista estético y decorativo, a la vez que se procuraba también la armonía estilística entre las diversas partes. No obstante, los años de carestía ralentizarían el proceso de realización de las restantes piezas.
En 1956 y con diseño de Rafael Jiménez Rodríguez, se estrena el nuevo palio que saldrá ese año aún liso, permaneciendo el techo bordado por Farfán, siendo al año siguiente cuando vea la luz el bordado exterior de la bambalina delantera dibujada por el citado diseñador y ejecutada por Guillermo Carrasquilla. Hasta ese año se mantuvieron en uso las caídas bordadas por Maese Farfán, que al ser sustituidas por las actuales fueron vendidas a la hermandad de la Esperanza Macarena de Barcelona, donde se conservan. Comienza así el lento proceso de bordado del palio, ya que no se completarían los exteriores hasta 1967 cuando pueden estrenarse la trasera y los laterales ejecutados en el taller del convento de Santa Isabel de Sevilla siguiendo el diseño de Rafael Jiménez Rodríguez.
Las caídas repiten parte de los motivos presentes en el diseño del manto repitiéndolos en esquema acorde con la inserción de los varales y en esquema tripartito en la delantera y trasera. La bambalina frontal presenta en el centro una orla con la O en el centro rematada por la corona real, mientras que la trasera presenta una cartela de fondo azul con tres flores de lis y escusón, heráldica de los Montpensier, egregios benefactores históricos de la Archicofradía. Todo el conjunto se remata con fleco de bellotas que sigue el perfil lobulado de las caídas, adornado también por cordones y borlas de hilos de oro: una colgada de cada varal y dos más dividiendo las caídas frontal y trasera.
En 1972 se estrena el nuevo techo de palio diseñado por Joaquín Garrido y ejecutado en el taller del convento de Santa Isabel, llevando en la gloria las esculturas en relieve de Santa Ana y la Virgen niña realizadas en madera policromada las carnes y el resto de bordado a realce en oro y sedas de colores. El diseño de la pieza se organiza en torno al gran ovalo central donde se ubica la gloria, orlada por un esquema en rombo que coincide con ejes diagonales trazados desde los ángulos de los extremos. Todo ello habitado de los mismos motivos vegetales presentes tanto en las caídas como en el manto. Todo el conjunto es recorrido perimetralmente por una orla que repite el mismo motivo que la cenefa del manto.
Continuando con el proceso de bordado, habría que esperar algunas décadas para el reinicio de los trabajos. Concretamente en 1995 se produce el estreno del bordado interior de la bambalina delantera, realizado por el taller de Santa Bárbara con diseño de Carmelo Martín Cartaya. Al mismo tiempo es pasado a nuevo terciopelo el exterior, bordado casi cuatro décadas antes. El diseño recoge los motivos esenciales del manto y los exteriores para reexponerlos con variaciones dejando espacio para cartelas donde campean rotuladas con bordado las antífonas mayores en latín. En 1998 se repite la operación con la bambalina trasera a cargo del mismo taller y diseñador. Finalmente, en 2003 se da por finalizado el proceso de bordado iniciado en 1956 con el estreno del bordado interior de las bambalinas laterales y pasado del bordado exterior, todo ello en el taller de bordados Fernández y Enríquez de Brenes.
El paso se complementa con un juego de jarras, dos de las cuales, las de mayor tamaño y llamadas “de las Águilas” datan de 1904 y están realizadas en bronce fundido y plateado, bajo diseño de Enrique Castro, y ejecución de los orfebres Castaño, Páez y García. Su sobrenombre viene de las figuras fantásticas con cabeza de águila que hacen de asas. Las doce jarras pequeñas fueron realizadas por Francisco Bautista Lozano entre 1942 y 1943 con diseño de Francisco Pérez Bergali. En 1975 se realizaron ocho jarras más para los entrevarales en los talleres de orfebrería de Viuda de Villarreal, siguiedo el diseño de Pérez Bergali.
La candelería, compuesta por diez tandas y un total de ciento treinta y seis piezas, sustituye a la original del paso labrada en 1941 y compuesta de doscientos once elementos. La construcción de la actual comenzó en 1981, fue diseñada y comenzada por Antonio de Celis, siendo concluída por Manuel de los Ríos Navarro en 1983, año de su estreno. Los candeleros, que repiten diseño en las diferentes tandas, están inspirados en los llamados de “estilo catedralicio” que actualmente sirven en el retablo de la capilla sacramental de La O.
Una de las peculiaridades de este paso son las seis parejas de guardabrisas de entrevarales que figuran en la parte trasera del mismo a razón de seis en cada costero, proporcionando iluminación adicional a la zona del manto. Fueron realizados por Bautista en 1943. Los faldones, de terciopelo burdeos, presentan broches bordados por los talleres de Santa Bárbara en 1994 con diseño de Carmelo Martín Cartaya. En 2003 los talleres de Fernández y Enríquez realizaron el escudo bordado del faldón frontal.
En la calle de la candelería figura una reproducción en plata y marfil de la imagen de Nuestra Señora de La O gloriosa, realizada en 2002 por el taller de orfebrería de Viuda de Villarreal. Finalmente, el llamador, tercero de los que han figurado en el actual paso, data de 2007, realizado en plata de ley por Juan Antonio Borrero bajo diseño de Juan Manuel Pulido, que representa el antiguo puente de barcas y el actual de Triana, con las fachadas y torres de La O y la capilla del puente de Triana, que enmarcan a su vez una cartela sostenida por ángeles que contiene el escudo de la corporación.