Retiro Virtual de Cuaresma

Retiro Virtual de Cuaresma

¿Cómo se hace un retiro por internet?

1-Programa el tiempo necesario para cada una de las jornadas, es aconsejable hacer una por día.

2-Dedica el momento oportuno dentro de tu jornada, cuando tengas un rato de paz y no estés demasiado cansado para poderte concentrar.

3-Elige un sitio tranquilo, donde puedas rezar tranquilamente, busca una vela para tener encendida, una Biblia pues habrá que ir buscando ciertos datos, y papel y bolígrafo para anotar.

Es aconsejable para que el Retiro Virtual tenga los mismos beneficios que un Retiro presencial, rezar en silencio, si no es posible confesarnos, asistir a Misa, visitar el Santísimo Sacramento y sobre todo revisar nuestra vida diaria  a raíz de las lecturas y oraciones que se realizarán.

Programa Diario

Cada día empezaremos con la Señal de la Cruz y  una oración, rezada muy despacio para comprender el sentido de la misma.

Leeremos el texto y al terminar reflexiona en silencio y saca tus propias conclusiones de lo aprendido, para poder llevarlo a cabo en nuestra vida diaria.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Tema:

1º Día:  Introducción y Bodas de Caná.

2º Día: Curación del hijo de un noble y curación de un paralítico.

3º Día: Multiplicación de los panes y caminar sobre las aguas.

4º Día: Curación del ciego de Siloé y resurrección de Lázaro.

Despliega a continuación las información de los diferentes días de este retiro:

En el nombre del Padre, del Hijo……….

 

Introducción.

En el segundo capítulo del Evangelio de San Juan comienzan los siete signos o milagros realizados por Jesús para mostrar su Ministerio.

Todos los Evangelios comienzan con la predicación de Juan el Bautista y acaban con la pasión, muerte y resurrección. El Evangelio de Juan es distinto del resto de los Evangelios, su visión de Jesús, su lenguaje misterioso y su enfoque hace que sea singular y a la vez muy espiritual.

Su primera intención no es narrar, sino enseñar, los milagros son signos, los discursos tratan sobre Jesús y las discusiones no versan sobre los problemas de la época, la ley, el sábado, los alimentos puros e impuros, sino sobre el Mesías, el enviado del Padre.

Estos siete signos van acompañados de largos discursos y diálogos de Jesús con diversas personas que explican el sentido de los signos y sirven para revelar el misterio de Jesús, ilustrar las enseñanzas del mismo y fortalecer la fe

Los milagros de Jesús se pueden clasificar en cuatro grupos:

Curaciones.

Liberaciones.

Resurrección de los muertos.

Control sobre la naturaleza.

Según los Evangelios, los milagros o signos de Jesús causaban indignación a los escribas y maestros de la ley judía, y precipitaron su pasión.

 

Bodas de Caná, Jn 2, 1-12.

 

“A los tres días había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora». Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días”.

 

Es la primera señal pública que Jesús hizo y el evangelista lo escoge para establecer un punto de transición entre lo que habían sido sus relaciones habituales con su familia. A lo largo del pasaje Jesús pasa de ser el hijo de María, a convertirse en el Señor al que sus discípulos siguen y admiran.

El matrimonio es un símbolo de gozo y de alegría y el vino es un alimento de uso general, aunque restringido.

Probablemente la familia de Jesús y los esposos mantenían una relación de amistad o de parentesco. María se movía con bastante libertad, como si fuera alguien muy cercano a la familia, y Jesús, con su asistencia a las bodas de Caná, santifica el matrimonio.

La palabra “mujer” con la que Jesús solía llamar a su madre, se usaba entre los orientales como nuestro equivalente a “señora”, por lo tanto, la contestación de Jesús a María implica un cierto desacuerdo entre ellos, aunque no una falta de respeto, Ella no podía ser quien indicará la hora en que debía manifestarse, solo le correspondía a su Padre fijar esa hora.

La Virgen, con sus palabras, “haced lo que os Él os diga”, nos demuestra la completa confianza que tiene en su Hijo, y es lo que nos pide a nosotros, cuando obedecemos los mandatos divinos, aunque nos pueda parecer incomprensibles o imposibles, podemos estar seguros de que Él siempre cumplirá su propósito.

A través de este primer signo, Dios se manifiesta definitivamente en Jesús:

– se alude a un tiempo nuevo, en el marco de una boda, desde el tiempo de Oseas las relaciones de Dios y su pueblo se describen como relaciones matrimoniales.

– se usan las tinajas llenas de agua de las purificaciones judías y se convierten en un excelente y abundante vino.

– se reemplaza el Templo antiguo y todo lo que representa el judaísmo, y se presenta a Jesús como el nuevo Templo, lugar de encuentro entre Dios y los hombres.

– es el punto de transición entre el tiempo que Jesús vivió con su familia y el comienzo de su ministerio público.

– Juan se refiere a los milagros, como señales, no poderes, ni maravillas, sino señales que apuntan hacia dónde está la verdad.

Cuando Cristo manifiestamente cambió, por su poder, el agua en vino la multitud se alegró mucho, encontrando admirable el sabor de este vino. Hoy es en el banquete de la Iglesia que todos nos sentamos, y en el que el vino es convertido en sangre de Cristo, y todos bebemos de él con alegría santa, glorificando al gran Esposo. Porque el Esposo verdadero es el hijo de Maria, el que es el Verbo desde toda la eternidad, que ha tomado la forma de esclavo y que todo lo ha creado con sabiduría.

Después de esta primera señal se dirige a Cafarnaúm dónde establece su residencia, con su madre y sus discípulos. Es curioso comparar el orden de presentación de los personajes del Evangelio al principio y al final.

Al principio la protagonista es María , Jesús y sus discípulos , al final es Jesús , su madre y sus discípulos, es decir , su madre ha pasado a ser una seguidora mas.

 

Padre Nuestro

Ave María

Gloria

En el nombre del Padre, del Hijo……….

 

Curación del hijo de un noble, Jn 4, 46-54.

“Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: «Si no veis signos y prodigios, no creéis». El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño». Jesús le contesta: «Anda, tu hijo vive». El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: «Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre”. El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea”.

 

Los capítulos dos y cuatro comienzan, concluyen con un signo en Caná, en estos capítulos se van ampliando sucesivamente el alcance de la salvación: Nicodemo representa a los judíos, la mujer a Samaria, y finalmente el hijo del funcionario los paganos, usando frases muy similares a Elías en el pasaje de la viuda de Sarepta.1 Re 17, 43.

Mientras que los Evangelios sinópticos subrayan que se trata de un pagano y acentúan el hecho de que Jesús rompe esa barrera, Juan pone de manifiesto la magnitud del signo. De ahí que se desplace desde Cafarnaúm para poner de relieve la importancia del signo de Jesús.

Un oficial del Rey que tenía a su hijo enfermo, no dudó en ir rápidamente hasta donde estaba Jesús para para que lo ayudara. Este oficial, que sería de alto rango, tomó la decisión de dejar a su hijo enfermo, e ir personalmente a Jesús, lo que nos demuestra que, de alguna manera, creía en Él.

En su petición de forma insistente y desesperada, cometió dos errores:

-Dio por sentado que para sanar a su hijo Jesús tendría que ir a Cafarnaúm.

-Le costaba creer en Cristo y en su palabra, si no iba acompañada de algún milagro.

 

A pesar de la urgencia del estado del hijo, Jesús comenzó a tratar al padre, porque la verdadera fe debe apoyarse en su Palabra sin tener necesidad de ver señales o milagros.  Jesús no quiso acompañarlo a casa, sin embargo, el padre quedó satisfecho con su Palabra y emprendió el viaje de regreso dando un gran paso en su crecimiento espiritual.

Los siervos del oficial notaron enseguida la súbita mejoría y salieron al encuentro del padre y su fe se extendió a toda su familia. Fue necesario que el padre creyera primero para poder ver el milagro que le esperaba.

De esta manera Juan nos revela cual es el propósito por el que escribe su evangelio:

-proveer de evidencias la venida del Hijo de Dios a este mundo.

-A partir de aquí Dios espera que los hombres depositen su fe en Él si quieren ver y participar    en todas aquellas cosas nuevas y maravillosas que Él ha preparado en su gloria celestial.

 

En este pasaje Dios nos enseña que su Palabra es fiel y verdadera, con un extraordinario poder para sanar, salvar y rescatar lo que se ha perdido. ¿quién se ha perdido? nosotros nos hemos perdido, no reconocemos a Dios, ni su Palabra, ni su poder, ni su autoridad. Nos alienta que debemos estar en oración, creer, tener fe y obedecer, pero si nuestra acción, no se puede llevar a cabo.

Muestra también la unidad de la familia, quiere que todos estemos unidos en familia, orar en familia, y creer toda la familia. A Dios le gusta ver que las familias están unidas en Cristo, que crean en aquel que envió.

 

Curación del paralítico de Betesda,  Jn 5, 1-16.

 

“Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. [«que esperaban el movimiento de las aguas; pues el ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y se movía el agua y el primero que descendía a la piscina tras el movimiento de agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera».] Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?». El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar». Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla». Él les contestó: «El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?». Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor». Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado”.

La curación milagrosa del paralítico de Betesda, debemos decir que sólo es referida por Juan. En el estanque llamado de Betseda se tenía la creencia popular “porque un ángel descendía de tiempo en tiempo a ese estanque y agitaba el agua; el que primero descendía después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad”

Los sacerdotes habían convertido la religión en un negocio muy próspero, en el que no tenían cabida el tipo de personas que se reunían alrededor del estanque de Betesda. Ellos ni escuchaban, ni tampoco les importaban sus gemidos angustiados. Como mucho, quizá aliviarían sus conciencias llevándoles de vez en cuando alguna limosna. Pero aunque los líderes religiosos ignoraran sus necesidades espirituales, siempre estaban presentes en el corazón de Jesús. Así que el Señor se apartó del templo para interesarse por aquella multitud de enfermos. De esta manera vemos la preocupación constante de Jesús por buscar a los perdidos allí donde éstos se encontraran. Y si ellos no tenían acceso al templo, el Señor iría a buscarlos allí donde estuvieran. No había otra manera de llevar salvación a aquella multitud ignorante que sufría el abandono espiritual de las clases religiosas.

La conversación se inicia con una pregunta para que aquel hombre manifestara que quería ser sanado, aunque había perdido toda esperanza, símbolo de la pobreza espiritual de los hombres, pero el paralitico confía en Jesús y lo obedece.

Este hombre, podemos decir que es un símbolo de la impotencia espiritual de todos los hombres, porque lo reconozcamos o no, todos nosotros somos totalmente incapaces de ayudarnos a nosotros mismos para cambiar las graves consecuencias que el pecado ha traído sobre nosotros. En lo profundo de nuestro ser sentimos el vacío, la ruina y el fracaso en nuestra lucha por lograr agradar a Dios con acciones que sean dignas de Él, y muchas veces gastamos la vida confiando en personas y cosas que nunca llegan a aportarnos ninguna solución. Así pues, frente a nuestra propia debilidad y la incapacidad de otros para ayudarnos, Cristo se interesa por nosotros y viene a dar su vida por nosotros.

Los judíos criticaron la escena pues se produce en sábado, un día de reposo, pero Jesús sabía que el verdadero reposo de Dios llega tras la liberación del hombre.

Después buscó nuevamente al paralítico, había sido completamente restablecido desde la perspectiva física, pero otra cosa muy distinta era su espíritu. Así que cuando Jesús lo volvió a encontrar en el templo, abordó esta cuestión de la siguiente manera: “Has sido sanado; no peques más para que no te venga alguna cosa peor” ya sano físicamente para sanar también su espíritu.

La curación de Jesús no es para el cuerpo, sino también para el corazón. Jesús identifica su signo con las obras de su Padre, es la primera vez que llama a Dios Padre.

El enfermo ni sabía quién era Jesús, ni tampoco esperaba nada de Él. Además, una vez sanado, el Señor le tuvo que advertir seriamente que no siguiera viviendo de la misma manera que hasta ese momento lo había hecho, para que no le viniera alguna cosa peor, lo que nos hace pensar que después de su sanidad, no parecía tener intenciones de cambiar espiritualmente.

Y por último, la actitud que adoptó en su trato con los judíos, sólo sirvió para causar problemas a Jesús. Ante todo esto, nos preguntamos ¿por qué el Señor lo sanó? ¿qué vio en él? Y la respuesta es que lo que movió a Jesús no fue lo que vio en el paralítico, sino su propio carácter: el Señor es muy misericordioso y compasivo (Stg 5:11). Y en realidad, esta es la misma razón por la que fue a la cruz para morir también por nosotros

 

Padre Nuestro

Ave María

Gloria

En el nombre del Padre, del Hijo……….

 

Multiplicación de los panes, Jn 6, 1-15.

 

“Después de esto, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?».  Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda». Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo”.

 

Este es uno de los relatos que se encuentran en todos los evangelios, Jesús trasmite primero la Palabra y luego les proporciona también el pan para comer. Es imposible no acordarse del relato de la Última Cena.

En el capítulo 5 vimos la realización de la tercera señal, la curación del paralitico de Betesda en día sábado, lo cual provocó el enojo de los líderes religiosos judíos y desato toda una discusión que termino en mostrar a Jesús como la fuente de vida y sus credenciales divinas. Ahora, en el capítulo 6, el apóstol Juan presenta a Jesús como el sustentador de la vida. Curiosamente el tema del pan está presente casi en todo el relato de dicho capítulo y comienza con uno de los milagros más sorprendentes que nuestro Señor realizo durante su ministerio, y a su vez constituye la cuarta señal en este evangelio, la multiplicación de los panes y los peces.

El evangelista Juan nos narra que mucha gente decidió seguir a Jesús debido a los muchos milagros que el Señor había realizado, los cuales no aparecen aquí pero como ya dijimos están relatados en Mateo, Lucas y Marcos, en casi un año de ministerio.

Uno de los propósitos es resaltar el amor y la gracia del Señor, poner en relieve el combate que había entre la clase de Mesías que el pueblo estaba esperando y como era Jesús, el Mesías enviado por Dios.

Él creo algo que antes no existía, como en las Boda de Caná, de esta manera Dios prueba la calidad de nuestra fe, y nos ayuda de esta forma a crecer, madurar y a desarrollarnos espiritualmente. El Señor se digna a tomar algo nuestro, lo bendice, lo aumenta milagrosamente y vuelve a ponerlo en nuestras manos para que podamos llevarlo delante de los más necesitados.

Cuando el diablo intento tentar al Señor lo incitó a convertir piedras en pan, pero Él se negó recordando las Escrituras” no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” Mt 4, 4.

Hay un detalle muy hermoso de este pasaje: Jesucristo podía haber hecho aparecer el pan para esta multitud de tal modo que nadie tuviese que repartirlo. Sin embargo, quiere que los demás también se involucren: dadles vosotros de comer, repartid vosotros el pan y colaborad, de este modo, en el milagro.

Así es Jesucristo: tiene poder para hacer grandes milagros, para cambiar el corazón de los hombres con una gracia especial, pero no suele obrar así, quiere que colaboremos con Él en la obra de la redención, y me pide a mí, y te pide a ti, a cada uno: dale tú de comer, ayúdame a saciar el hambre de los demás, de esta persona que está junto a ti, a tu esposo o esposa, a tu padre o madre, a tu compañero de trabajo o de clases, a ese amigo que tanto lo necesita. Dales de comer especialmente de ese Pan bajado del Cielo, dales a conocer ese Pan que sacia toda hambre.

 

Caminar sobre las aguas, Jn 6, 16-21.

“Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron. Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban”.

Juan en su evangelio tiene como propósito principal mostrar la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, mismo propósito de todo su evangelio.

Como en los otros evangelios los discípulos se enfrentan solos a un mar agitado, representación de su estado interior o la representación de los problemas de las comunidades que leen el relato.

Jesús acude a reunirse con ellos caminando sobre el agua para reconfortarlos y para acabar con sus miedos. Él siempre vigila de cerca todos nuestros movimientos y en las situaciones más difíciles, cuando nuestras fuerzas nos abandonan, Él llega para ayudarnos y fortalecernos conduciéndonos al descanso de nuestras tareas. Este maravilloso evento milagroso de caminar sobre las aguas también nos muestra la supremacía de Jesús sobre los mismos elementos de la naturaleza, un atributo exclusivo únicamente de Dios, esto debió haber sorprendido en sobremanera los corazones de sus discípulos que se preguntaban quién era este que tenía tal autoridad, no cabía duda alguna que se trataba del Hijo de Dios.

Esta historia sencilla nos muestra una esperanzadora realidad, el cuidado que Jesús tiene de cada uno de nosotros. Podemos estar seguros que aún en medio de los momentos más solitarios Jesús está allí, vigilando y orando por nosotros, y aunque las olas de la adversidad se levanten y las fuerzas nos abandonan, justo antes de ser arrastrados por ellas, Jesús aparece y nos alienta calmando toda tormenta y conduciéndonos a la salida de cualquier problema.

Es interesante también ver que muchos de las señales que Jesús realizo fueron hechas delante de muchas personas, obviamente para confirmar su divinidad y la autoridad de sus propias palabras, pero ahora consideramos un milagro exclusivo únicamente para los ojos de sus discípulos, lo cual tenía como único fin fortalecer su fe en Aquel a quien habían escogido como su Señor. Muchas veces podemos presenciar las maravillas del Señor en medio de la congregación y eso definitivamente es algo que llena de gozo, pero mucho más glorioso es cuando lo que presenciamos es en privado, cuando Dios se presenta de marera exclusiva a nosotros, esas experiencias únicas marcan enormemente nuestra vida y fortalecen nuestra fe. Aquel día los discípulos tuvieron ese gran privilegio.

 

Es un milagro de manifestación con un esquema clásico:

-Necesidad de ayuda.

-Temor ante la epifanía.

-Consuelo frente a dicho temor.

-Calma del viento.

 

Esta es una imagen eficaz de la Iglesia: una barca que debe afrontar las tempestades y algunas veces parece estar en la situación de ser arrollada. Lo que la salva no son las cualidades y la valentía de sus hombres, sino la fe, que permite caminar incluso en la oscuridad, en medio de las dificultades. La fe nos da la seguridad de la presencia de Jesús siempre a nuestro lado, con su mano que nos sostiene para apartarnos del peligro. Todos nosotros estamos en esta barca, y aquí nos sentimos seguros a pesar de nuestros límites y nuestras debilidades. Estamos seguros sobre todo cuando sabemos ponernos de rodillas y adorar a Jesús, el único Señor de nuestra vida.

 

Padre Nuestro

Ave María

Gloria

En el nombre del Padre, del Hijo……….

 

Curación del ciego de Siloé, Jn 9, 1-12.

“Y al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó: este o sus padres, para que naciera ciego?». Jesús contestó: «Ni este pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo». Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba a pedir?». Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». Él respondía: «Soy yo». Y le preguntaban: «¿Y cómo se te han abierto los ojos?». Él contestó: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver». Le preguntaron: «¿Dónde está él?». Contestó: «No lo sé»”.

  

Se trata del relato de un milagro de curación, donde se nos muestra una profunda catequesis Jesús como luz del mundo, tema recurrente en los domingos de Navidad, Epifanía del Señor y en los comienzos del Tiempo Ordinario.

En la lectura podemos observar como el ciego pasa a ver, y como sucede, mientras tanto, los responsables judíos van cegándose y endureciéndose hasta que queda evidente que ellos son los ciegos. Este signo de curación de un ciego de nacimiento demuestra que Jesús es la luz del mundo, luz que ilumina la realidad del hombre.

Según la mentalidad antigua, el bienestar y la desgracia era un fruto de una conducta buena o mala. Jesús rompe con esta mentalidad porque demuestra que quien cura a un ciego de nacimiento es la luz y el ciego pasa de las tinieblas a la luz.

Es un milagro exclusivo del Evangelio de Juan, queriendo resaltar su condición de luz del mundo. Este pasaje es muy rico en enseñanzas espirituales:

– Desarrollo de la fe del hombre del ciego.

– Temor y resistencia, aceptarle como el Mesías.

– Lucha entre la luz y las tinieblas.

– Conflicto con las tradiciones judías que provocan la ruptura definitiva entre el judaísmo oficial y Jesús.

El Señor se comportó como el buen samaritano que se detuvo y atendió al prójimo que tenía una necesidad. El Señor usa saliva para hacer lodo y untarlo en los ojos del ciego. La elección del lodo tiene una relación con la formación original del hombre a partir del polvo de la tierra hecho barro, el Señor está reparando su obra, estropeada.

La obediencia del ciego dio fruto y recobró la vista inmediatamente. Lo mismo ocurre con todo aquel que se convierta a Cristo, porque también llega a conocer una nueva vida espiritual.

El entusiasmo con que el hombre hablaba de Jesús llevó a sus vecinos a interesarse por Él y convertirse. Este ciego viene a representar la condición de muchos de nosotros antes de que la luz del evangelio resplandeciese en nuestros corazones. Vivíamos en tinieblas. Él vio nuestra condición y se acercó con la finalidad de hacer un acto creativo en nosotros ,el nuevo nacimiento, nuestro bautismo.

 

Resurrección de Lázaro,Jn 11, 1-45.

“Había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas le mandaron recado a Jesús diciendo: «Señor, el que tú amas está enfermo». Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba. Solo entonces dijo a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea». Los discípulos le replicaron: «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver de nuevo allí?». Jesús contestó: «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche tropieza, porque la luz no está en él». Dicho esto, añadió: «Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despertarlo». Entonces le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se salvará». Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su encuentro». Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: «Vamos también nosotros y muramos con él». Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.

Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día». Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».

Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: «El Maestro está ahí y te llama». Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él: porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano». Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?». Le contestaron: «Señor, ven a verlo». Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!». Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?». Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús: «Quitad la losa». Marta, la hermana del muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días». Jesús le replicó: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?». Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, sal afuera». El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar». Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él”.

 

El relato de la resurrección de Lázaro es central en el Evangelio de Juan, es uno de los motivos de la condenación de Jesús a muerte por parte de los dirigentes religiosos.

Es el séptimo de los signos de Jesús, adelanto de su victoria sobre la muerte y es el más importante, ya que quiere mostrar como Jesús, es la resurrección que da la vida. Es un anticipo de su victoria definitiva sobre la muerte en todas sus dimensiones.

En el diálogo de Jesús con Marta se ve cómo su fe va creciendo hasta convertirse en modelo de creyentes y al resucitar a Lázaro, Jesús responde a la pregunta de los judíos. Jn 11,37 y confirma la fe de Marta y María. Jn 11,21-32.

Esa fe es la que hace posible ver la gloria de Dios en los signos que Jesús realiza y por eso este es el último y más grande de todos ellos, pues a través de este signo queda claro que Jesús es verdaderamente la resurrección y la vida.

Resucitando a Lázaro, un hombre que lleva muerto cuatro días hace que aumente la divinidad del Señor y la íntima relación que tenía con su Padre, nos muestra su humanidad, su amor, su compasión al ser humano y su indignación ante todo lo que el pecado ha traído al hombre.

Marta y María estaban decepcionadas cuando Jesús no acudió, por eso el Señor estaba doblemente afligido, por la pérdida de su amigo y por esa falta de confianza de sus amigas Marta y María.

Cuando Jesús llegó al sepulcro acompañados por las hermanas de Lázaro, lloró en silencio, solo una vez más volvió a llorar, en el Huerto de Getsemaní. Jesús muestra así su faceta de Salvador, tierno y sensible.

Jesús ordenó quitar la piedra y todos tuvieron ocasión de ver y oler el cadáver de Lázaro, después de orar dando las gracias al Padre, Jesús, se dirigió a Lázaro y le ordena que salga fuera nombrándolo por su nombre.

San Agustín de Hipona comentó que el llamamiento era tan extraordinariamente poderoso que si no lo hubiera llamado personalmente todos los muertos hubieran levantado del sepulcro.

La resurrección de Lázaro no fue como la de Jesús, Lázaro y los otros resucitados por el Señor, tuvieron que volver a morir y además resucitaron en el mismo cuerpo, mientras que Jesús resucitado volvió en su cuerpo glorificado e inmortal.

También nosotros somos llamados por nuestro nombre para abandonar todo lo que nos lleva a la muerte, nos llama a dejar nuestros pecados; el Señor nos llama para estar con Él que nos da la vida, y la vida en plenitud. Es el triunfo de la vida sobre la muerte, de la fe sobre la incredulidad.

 

Padre Nuestro

Ave María

Gloria

Conclusión: Danos tu opinión sobre este retiro e indica en que temas te gustaría profundizar en este tiempo de Cuaresma a través del correo formacion@hermandaddelao.es.