Al cumplirse el sexagésimo aniversario de la creación de nuestro Boletín, a la hora de escribir esta líneas, desconocemos el registro documental de la decisión formal de editarlo que, en algún momento, debió tomar la Junta de Gobierno de nuestra Hermandad, presida por D. Rafael Barragán Quintanilla. En ausencia del dato concreto y a falta de una revisión más exhaustiva de los fondos de nuestro archivo histórico, resulta francamente reveladora la columna titulada “Finalidad” que se publicó en el Boletín nº 2, de marzo de 1964, donde, de forma clara y concisa, quedó perfectamente plasmada la intencionalidad y motivos que dieron origen a nuestra publicación, así como en el anuncio, algo más solemne, que marcaba las líneas maestras sobre cómo vehicular esa declaración de intenciones, puestas de manifiesto en el Editorial del nº1 de febrero del mismo año. Ejemplar pionero que salió de prensas en formato periodístico, tamaño cuartilla, una tinta —morada, por supuesto— y a dos columnas; en la portada, el nombre de la publicación, “Nazareno”, Boletín Editado por la Archicofradía Sacramental de Jesús Nazareno y María Santísima de La O, grabado del escudo corporativo de la Hermandad, fotograbado con imagen del discurrir de la Cruz de Guía y sus nazarenos morados por el Altozano, el Editorial y una inscripción que quedará para siempre marcada en nuestra memoria: Nº1, Sevilla, Febrero 1964; al interior: 3 páginas con la misma organización y técnicas, conteniendo los artículos y secciones creadas ex novo, sin firmas, con insertos publicitarios de algunos negocios del barrio, los créditos de la empresa contratada, Imprenta San Antonio, Carlos Cañal, 30, Sevilla y el Depósito Legal, SE-41-1964.
“Esta breve publicación…, quiere ser informativa y al mismo tiempo formativa. Pretende entablar comunicación con todos los hermanos, hacerlos vibrar alrededor de nuestra Archicofradía, llevarles noticias. Y también formar conciencias auténticamente cofradieras y cristianas; recordar cosas que se han ido olvidando, que somos Institución religiosa que pretende la mayor virtud de sus miembros, mediante el ejercicio del culto, que tiene unas Reglas, unos cultos internos, unas tradiciones imperecederas. Recordaremos cosas elementales y sencillas, pero fundamentales.”
Aunque son muchos los autores que han investigado y descrito el fenómeno que supuso el advenimiento, consolidación y éxito de los boletines de las cofradías como elementos de comunicación interna de las hermandades, resulta conveniente para este artículo esbozar en qué circunstancias lo hizo “Nazareno”, que, aún siendo uno más entre los muchos que iniciaron su andadura en los años del tardofranquismo postconciliar (Vaticano II), tuvo sus particularidades y, además, el prurito de ser uno de los primeros en publicarse, previo a la clausura del Concilio, quizás acuciado por la mala situación general que atravesaba la Corporación.
“La salida del primer número de “Nazareno” ha causado grata impresión entre nuestros hermanos…Nos alegramos de ello, porque equivale a saber con certeza que existe una base común para iniciar este largo camino que nos hemos propuesto. Es la coincidencia plena de la necesidad de este medio de comunicación entre la Archicofradía y sus cofrades.
Desde el primer instante entendimos un deber ineludible la creación de este Boletín…No se piense que lo editamos para hacer propaganda de nuestra Archicofradía, ni para decir que sus imágenes son las más bellas, ni para describir el color de las túnicas de nuestros nazarenos. Tampoco pretendemos hacer una revista de Semana Santa de carácter general. Buscamos –ya lo dijimos en nuestro primer número- “tan solo el mejor servicio de nuestros cofrades”. Tenemos la gravísima obligación de la buena marcha de nuestra Corporación y de su mayor eficacia. Por ello, consecuentemente, la obligación de poner en funcionamiento todos los medios posibles para conseguirlo. Equivocadamente pensaría quien creyese que nuestro Boletín pretende hacer competencias o propaganda. Va dirigido a nuestros hermanos porque sentimos la obligación de facilitarles los medios a nuestro alcance para su mayor virtud y perfección. Es, pues, esta publicación un elemento de comunicación interna y no una publicación al exterior.”
Antes de que la comunicación hacia el interior de las hermandades y los boletines como medio de materializarla se manifestaran como una necesidad, algunas de éstas ya se proyectaban al exterior mediante las llamadas revistas de primavera, género de publicaciones que surgió con fuerza a finales del XIX, con periodicidad variable, del que se desgajó un subgénero exclusivo dedicado al mundo de la Semana Santa, sobre el cual escribió un magnífico trabajo Ramón Martín Cartaya para el diario ABC, en la Cuaresma de 1981, titulado “Las Revistas de Semana Santa”.
Publicadas muchas de ellas por editores particulares, sus contenidos recogían, fundamentalmente, estudios histórico-artísticos, textos narrativos relacionados con la Semana Santa en general, poemas, anuncios comerciales y páginas publicitarias. La precursora fue “La Pasión”, cuyo primer número apareció en 1912, editada por Juan Barrera Gómez. Le siguieron otras como “Christus” (1938), “Calvario” (1939), “Alma de Sevilla” (1945), “Amor” (1953), etc.; incluso la Hermandad de La O llegó a lanzar su propia revista de primavera titulada “Cofradía” (1956) que, editada con formato de boletín, recogía en su interior contenidos menos generalistas y más relacionados con la propia Hermandad que otras al uso: “Breve resumen histórico de la Cofradía de la O” (Rafael Díaz), “El palio nuevo” (R. D.,), “Lo que dice el Hermano Mayor” (Zaid), “Lo que dice el Mayordomo” (Zaid), “Homenaje a Dña. María Campos de Ávila”, “D. Guillermo Carrasquilla dirigió el manto de la Cofradía de la O, y ahora ha comenzado la obra del palio” (Zaid); contenido lírico como “Poema a la Virgen de la O” (Manuel Montero), “Romance de la saeta” (María de los Reyes Fuentes) y “Reflejos” (Manuel García Viñó); finalmente, tan solo dos artículo sobre temas cofradieros generales: “He aquí la Cruz de Guía” (L. J. Pedregal) y “Crónica cofradiera 1955-1956”, sin firma. Vemos, pues, que las similitudes de esta revista, en formato y contenidos, con los futuros boletines eran evidentes y sus mayores diferencias, la periodicidad y distribución exclusiva a los hermanos.
Por tanto, podemos concluir que, habiendo un modelo precedente tan claro como la revista “Cofradía” dentro de la propia corporación a la hora de concebir conceptual y formalmente la creación de un boletín para consumo interno de sus hermanos, era tan solo cuestión de tiempo que se dieran las condiciones necesarias para su alumbramiento y La O no sería ajena a ellas. De hecho ya se venían dando porque, además de que algunas hermandades habían comenzado tímidamente a editar hojas informativas y algún que otro boletín, nuevas circunstancias de índole socio-económicas estaban propiciando la necesidad de rescatar la comunicación perdida. En los años cincuenta el ayuntamiento de Sevilla comenzó una política de realojo de la población más desfavorecida del centro de la ciudad y Triana en barrios periféricos de nueva construcción, donde se ofrecían mejores condiciones de vida, dispersión poblacional que en los sesenta y setenta se vería agravada por la especulación urbanística. En este contexto social, se perdió gran parte de la convivencia religiosa de vecinos y asociaciones, la comunicación con los hermanos se vio muy debilitada, cuando no quebrada. Debido a esta dispersión poblacional, los lazos de unión cofrade se van difuminando, no hay acceso a las convocatorias de cultos, que se hacían, casi de manera exclusiva, en los paneles de las fachadas de los templos.
Otra de las circunstancias que, sin duda, contribuyeron a la aparición de “Nazareno” fue el impulso provocado por el “Boletín de las Cofradías de Sevilla”, editado por el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla en 1956, mismo año en el que su primer director, Luis Joaquín Pedregal, escribía el artículo “He aquí la Cruz de Guía” para la revista “Cofradía” de nuestra Hermandad, publicación aquella que se justificaba con los mismos argumentos que nacerían los demás boletines, solo que la necesidad de comunicación, principal de ellos, era entre el órgano rector , las corporaciones y la sociedad en general, en vez de con los hermanos.
A la escasa asistencia a los cultos y falta de formación católica que propició la dispersión de la población, se unió la relajación en el seno de la Iglesia, que había empezado a evolucionar hacia una adaptación de las corrientes teológicas más rígidas, vigentes desde el inacabado Concilio Vaticano I, además de los aires renovados que llegaban desde Roma, cuando el Vaticano II entraba en sus últimas fases. De ahí la intención formativa, además de la comunicativa, que se proponía en el editorial del nº1 de nuestro Boletín.
“Nazareno” salió en el mes de febrero de 1964 con una clara intencionalidad de publicación mensual, a imagen y semejanza del Consejo. Aunque no se manifestara explícitamente, esto se deduce de la secuencia de los primeros números, siendo correlativos en una primera etapa, desde febrero hasta noviembre del 64, con dos interrupciones en los meses de mayo, julio y agosto, la primera de ellas justificada en la sección “Noticiario” del boletín nº 4, donde se aluden dificultades imprevistas y se piden disculpas por la falta de publicación, habiendo asignado en la portada a dicho ejemplar dos meses, el de turno y el faltante: mayo y junio.
La periodicidad del boletín tardaría años en estabilizarse, al albur de las circunstancias que atravesara la Hermandad en cada momento y el criterio de las distintas Juntas de Gobierno. De tal suerte que muy pronto se abandona la mensualidad y, tras un periodo de 2 años y 7 meses, se retoma la edición en junio del 67, con un emotivo editorial dedicado a los casi 3 años de sequía del Boletín, sin dar más motivos que las consabidas “dificultades”, propósito de retomar las tiradas y un llamamiento a los hermanos dispuestos a colaborar.
Nada más lejos de la realidad, porque el Boletín volvía a dejar de editarse y, ahora, por un periodo de 5 años, alternando lapsos cortos de ausencia, hasta que, a partir de 1977, con algunas variaciones puntuales, se consolida el modelo actual de tres tiradas anuales: Cuaresma, primavera y noviembre-diciembre.
La primera edición se le encargó a Imprenta San Antonio —hoy, Gráficas San Antonio—, empresa del centro de Sevilla referente en el ámbito de las artes gráficas, establecida en la calle Carlos Cañal, 30 y posteriormente en Almansa, 7, especializada en el sector de la edición cofrade. En una primera etapa, produce nuestro Boletín de manera ininterrumpida hasta el nº 22 (marzo-abril 1979), cuando se contrata a Imprenta Escandón, que hace tres ejemplares. En diciembre de 1981 retoma la edición, ahora con nueva razón social, Gráficas San Antonio, para un solo número. Las empresas Ruiz Megalrejo y J. de Haro se reparten la impresión entre diciembre de 1982 y septiembre de 1988, siendo a partir del nº 39 (diciembre 1988) hasta nuestros días, de nuevo Gráficas San Antonio. En total se han publicado 121 números de “Nazareno”, tres boletines extraordinarios con motivo de la Coronación Canónica de María Santísima de La O (2005, 2006, 2007) y tan solo un curioso suplemento, de una hoja, al nº 22 de marzo de 1979, dedicado a informar a los hermanos sobre los artistas que intervinieron en la construcción del nuevo paso de Cristo, sus costes y horas de trabajo, la creación de un Parvulario como nueva obra social y la confección de 50 túnicas de nueva factura.
El Boletín se publicó desde el principio sin que figurasen dirección del mismo, ni equipo de redacción, ni crédito alguno hasta el nº 53 de febrero de 1994, que se inserta un recuadro en la contraportada o página 2, donde ya figuran el Hermano Mayor, lugar de redacción (Castilla, s/n, 41010 Sevilla), impresión, depósito legal y autores de las fotografías. Este modelo es el que perdurará, ampliando paulatinamente los datos con los nombres del coordinador, comité de redacción, colaboradores e ilustradores. También durante una prolongada etapa el Boletín se editó de forma anónima en todas sus secciones y artículos, haciendo que, prácticamente todo su contenido, se percibiese como la posición oficial o pensamiento único de la Hermandad. La primera firma personal no llegaría hasta 1980, cuando Manuel Macías rubrica el editorial “La Demarcación de La O” del nº 24. Antes solo se firmaba mancomunadamente, como “La Archicofradía”, “Junta de Gobierno”, o bajo seudónimos del tenor “Hermano Viejo”, “Cofrade Viejo”. A partir de ese momento se fue generalizando esta práctica y, en consecuencia, se impuso la necesidad de incluir la nota de salvaguarda de responsabilidad del Boletín respecto de sus autores, inserta en el recuadro de los créditos desde junio de 1998, ofreciendo así una tribuna más abierta, con garantías, a hermanos y colaboradores.
Los contenidos también fueron evolucionando desde su aparición. La portada de primera etapa —descrita al principio—, hasta 1984, incluía siempre el editorial, que después pasaría al interior, siendo este, junto a las convocatorias de cultos, los únicos contenidos invariables de toda la serie histórica del Boletín. En el nº 31 (octubre 1984) la portada experimenta su primer gran cambio formal. Desaparece la mención “Con censura eclesiástica” y luce el nuevo encabezamiento dibujado y firmado por C. Martín: media orla en ángulo recto al margen izquierdo enmarcaba el editorial, incluyendo el título, escudo corporativo, el campanario y la figura de un nazareno de La O sobre fondo de panel cerámico. En 1989 el editorial pasa definitivamente al interior y las orlas van a enmarcar fotografías de gran formato de nuestros Sagrados Titulares y otros motivos vinculados a la Hermandad que, en adelante, se alternarán con portadas sin ellas, exclusivamente con fotografías y títulos en sobreimpresión.
Desde el primer número, siendo una de las aspiraciones principales que motivaron su creación, se publican las convocatorias de cultos. Se hizo de forma muy escueta, casi tímidamente en los primeros ejemplares, hasta consolidarse el modelo que reproduce la cartelería que, a tales fines, se exhibía —y exhibe aún— en el exterior de los templos, ocupando la totalidad de la página, con texto centrado, distintas tipografías y tamaños de letras y marcos que evolucionan desde los lineales más sencillos hasta complicadas orlas y fotomontajes. Los demás contenidos se fueron incorporando poco a poco al Boletín según las necesidades de cada área de responsabilidad lo precisaba: Dirección Espiritual, Secretaría, Mayordomía, Diputación Mayor de Gobierno, Priostía, Juventud; secciones abiertas a hermanos y colaboradores como crónicas de hechos protagonizados por la Hermandad y otros noticiables, artículos histórico-artísticos —únicos o seriados—, tribunas específicas de opinión corporativa, como “Desde el campanario”; textos líricos, poemarios, exaltaciones, reseñas musicales; finalmente, la inevitable y omnipresente publicidad desde el principio, que ayuda a financiar la impresión y distribución, ya que producción y edición son altruistas. Así, hasta configurar nuestro “Nazareno” actual.
Finalmente, cabe destacar en el aspecto de los contenidos, el gran esfuerzo editorial que propició la Coronación Canónica de María Santísima de La O, cuyo culmen fue, sin duda, la publicación del libro sobre la historia de la Hermandad. Hermanos comprometidos que ya venían haciéndolo de anterior, investigadores y estudiosos del mundo de las cofradías, se pusieron al servicio de la causa, produciendo un caudal de información de calidad que tuvo su lógico reflejo en la páginas del Boletín, tanto en su tirada ordinaria como en la extraordinaria de los tres ejemplares dedicados a la Coronación. Este gran esfuerzo, afortunadamente, tuvo continuidad en el tiempo y, prueba de ello, por ejemplo, además de la producción específica para el Boletín, fue la edición de los estudios y catálogo de la exposición conmemorativa del 450 aniversario de la fundación de la Hermandad.
Mucho ha evolucionado el mundo de las comunicaciones desde la creación del Boletín y, aunque convivió desde el principio con los medios tradicionales, prensa, radio y TV, estos tenían un carácter externo y general, por mucho que, de forma puntual, pudieran difundir algún evento, noticia o artículo dedicados a tu Hermandad. Todo esto cambiaría cuando las nuevas tecnologías propiciaron la irrupción de Internet, que abrió un enorme abanico de posibilidades. Al principio serían correo electrónico, páginas webs, blogs y foros particulares los encargados de canalizar la información cofrade, pero estos elementos no pusieron en peligro la pervivencia de los boletines, más bien fueron un complemento al que las hermandades, poco a poco, se fueron abriendo y compatibilizando. Desde el nº 75 (año 2002) aparecen en el recuadro de créditos del Boletín la página web oficial —aunque ya estaba disponible en la Red desde el año 2000— y los correos corporativos de las áreas de Secretaría y Mayordomía. En varios números siguientes, el coordinador web publica llamamientos a los hermanos para fomentar su uso, explicar su funcionalidad y utilidad como complemento y mejora de la comunicación interna y externa.
Más tarde llegaría la eclosión de las Redes Sociales, a las que la Hermandad de La O tampoco fue ajena, creando perfiles propios que, al igual que la web oficial, hoy por hoy suponen un complemento a la comunicación tradicional escrita, cuyas mayores aportaciones son la inmediatez y la posibilidad de interactuación entre hermanos y Hermandad. Por el contrario, la evanescencia y dispersión de la información de los nuevos medios son las causas que le dan sentido a la pervivencia de los boletines. Aunque son muchas las hermandades que se plantean esta cuestión, la salida a esta disyuntiva no está siendo, por lo general, abandonar la edición de estos, sino la convivencia, delimitando y evitando la redundancia de contenidos en lo posible o, al menos, haciéndolos de otra manera, así como explorar y potenciar las funcionalidades de cada uno de ellos. Las que sí los han dejado de hacer, en su mayoría optaron por la emisión de anuarios, donde de una manera resumida, en formato de revistas o libros coleccionables, plasman a modo de resumen todas las actividades del ejercicio, derivando el grueso de su actividad comunicativa a las Redes Sociales.
Siendo este, pues, el estado de la cuestión que se desprende de una lectura crítica de toda su serie histórica, altamente recomendable, cuando se cumplen 60 años de vida de nuestro Boletín “Nazareno”, queremos ofrecer a través de este artículo un merecido homenaje a cuantos lo han hecho posible a lo largo de su existencia. Hermanos y colaboradores abnegados que, desde el anonimato o bajo firma, siempre desinteresadamente, pudieron, primero rescatar, después promover y, finalmente, practicar la comunicación fraterna, para mejor perfección de nuestra vida cristiana y de Hermandad, en el seno de la Iglesia de todos.